domingo, 6 de julio de 2008

Ingrid Betancourt



Hay personas que me impactan absolutamente, entre ellas últimamente Ingrid Betancourt, recientemente liberada de su secuestro por las FARC que ha durado más de 6 años. Toda una luchadora, todo un ejemplo, en primer lugar en la lucha política por la justicia y por la paz y, en segundo lugar, por la fortaleza demostrada durante su secuestro. Pero, sobre todo, una capacidad sobrehumana para mantener la esperanza, para pensar en el futuro y en los demás, Un día en la vida de Ingrid Betancourt cautiva...
"... Era una levantada a las cuatro de la mañana, precedida de un insomnio probablemente desde las tres de la mañana. Esperar las noticias y escuchar los espacios radiales que nos daban la posibilidad de comunicarnos con nuestras familias (La Carrilera, Voces del Secuestro, Noches de Libertad, Alas de Libertad). Con eso amoblamos (pasábamos) nuestros días. Quitada de las cadenas a las cinco de la mañana, servida del tinto a las cinco. Traían las botas más o menos en ese momento ... Para mí era una tortura lavarme el cabello porque no me daban tiempo, yo a los 25 minutos todavía estaba bañándome y me sacaban a gritos, era muy humillante, vestirse con mucho cuidado de que no vaya a atacar a uno una 'hallanave' o un escorpión o cualquier bicho mientras uno se está cambiando porque a todos nos picó algún bicho, nos volvimos expertos... Después de eso llega la comida, se tiene uno que comer lo que traigan muy rápidamente, las botas tienen que estar de un lado para que las recojan y se las lleven, porque tienen miedo de que nos fuguemos con las botas y no nos dejan tener zapatos por la noche. Nos ponen las cadenas y, entonces, si tenemos un guardián de mal humor nos va a agarrar y nos va a poner la cadena apretada que no nos deja dormir ... Y esas marchas. Lo peor, lo peor, las marchas. levantada a las cuatro de la mañana..."
En una carta enviada a su madre desde su cautiverio...
"... Aquí vivimos muertos. Estoy mal físicamente. No he vuelto a comer, el apetito se me bloqueó, el pelo se me cae en grandes cantidades ... No tengo ganas de nada. Creo que eso es lo único que está bien, no tengo ganas de nada porque aquí en esta selva la única respuesta a todo es 'no' ... La vida aquí no es vida, es un desperdicio lúgubre de tiempo. Vivo o sobrevivo en una hamaca tendida entre dos palos, cubierta con un mosquitero y con una carpa encima, que oficia de techo, con lo cual puedo pensar que tengo una casa ... Me sudan las manos y se me nubla la mente y termino haciendo las cosas dos veces más despacio que lo normal. Las marchas son un calvario porque mi equipo es muy pesado y no puedo con él ... Estoy débil, friolenta, parezco un gato acercándose al agua. Yo que tanto he adorado el agua, ni me reconozco ... Aquí todo tienen dos caras, la alegría viene y luego el dolor. La felicidad es triste. El amor alivia y abre heridas nuevas... es vivir y morir de nuevo ... "


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