El paso del ciclón Nargis por Myanmar (antigua Birmania) ha dejado hace unos días un trágico rastro de muerte y destrucción con más de 20.000 muertos e innumerables desaparecidos. Son, además, cientos de miles las personas sin hogar, sin agua potable y otros servicios. Y, por si esto fuera poco, este ciclón ha devastado la principal zona arrocera del país (se habla de una disminución de la producción de unas 600.000 toneladas), lo que disparará el precio de este alimento tan básico para la población de toda esta zona. Estas catástrofes naturales están convirtiéndose en algo habitual en esta zona del mundo, debido sobre todo a la pobreza de estos países. Pero, además, en este caso, la Junta Militar que gobierna el país está siendo acusada por la ONU de no haber avisado a la población local, y en estos momentos incluso está entorpeciendo la llegada de ayuda internacional (corrupción del ejército, farragosos trámites burocráticos de los visados, etc.). ¿Hasta cuándo el primer mundo hará oídos sordos a un desarrollo equilibrado a nivel mundial?, ¿la población occidental seguirá indefinidamente monopolizando todas las ventajas de la globalización?. Me temo que este desastre humanitario de Myanmar desaparecerá de las noticias en un par de semanas y, como siempre, nos olvidaremos de que la mayor parte de la población mundial vive en unas condiciones que para nosotros mismos consideraríamos indignas.
Catástrofe humanitaria en MYANMAR
El paso del ciclón Nargis por Myanmar (antigua Birmania) ha dejado hace unos días un trágico rastro de muerte y destrucción con más de 20.000 muertos e innumerables desaparecidos. Son, además, cientos de miles las personas sin hogar, sin agua potable y otros servicios. Y, por si esto fuera poco, este ciclón ha devastado la principal zona arrocera del país (se habla de una disminución de la producción de unas 600.000 toneladas), lo que disparará el precio de este alimento tan básico para la población de toda esta zona. Estas catástrofes naturales están convirtiéndose en algo habitual en esta zona del mundo, debido sobre todo a la pobreza de estos países. Pero, además, en este caso, la Junta Militar que gobierna el país está siendo acusada por la ONU de no haber avisado a la población local, y en estos momentos incluso está entorpeciendo la llegada de ayuda internacional (corrupción del ejército, farragosos trámites burocráticos de los visados, etc.). ¿Hasta cuándo el primer mundo hará oídos sordos a un desarrollo equilibrado a nivel mundial?, ¿la población occidental seguirá indefinidamente monopolizando todas las ventajas de la globalización?. Me temo que este desastre humanitario de Myanmar desaparecerá de las noticias en un par de semanas y, como siempre, nos olvidaremos de que la mayor parte de la población mundial vive en unas condiciones que para nosotros mismos consideraríamos indignas.
y ahora, por si fuera poco, por ahí por China un terrible terremoto
ResponderEliminarMe pone enfermo ver que en el siglo XXI se sigan tirando millones y millones en armamento y mierdas de ese calibre en vez de gastarlo en intentar evitar esta y otro tipo de catástrofes. Pero con respecto a lo que comentas, lo que de verdad me toca los cojones de una manera descomunal es la actitud del gobierno Birmano, que acepta todo tipo de ayudas humanitarias pero con una sola premisa: serán ellos los que se encarguen de repartir esa ayuda, prohibiendo la entrada en el país a especialistas extranjeros en desastres.
ResponderEliminarPero esto no ye lo más grave, los hijos de puta no reparten los víveres en las zonas más devastadas, sino en las que consideran “mas apropiadas” para sus fines políticos. Por lo visto, entregan las ayudas en ceremonias electoralistas cuidadosamente orquestadas, ponen sus nombres pegados en las cajas eclipsando las pequeñas leyendas que puedan aparecer tipo “Ayuda de … para Myanmar”, y le dicen a esa pobre gente que es un obsequio personal de cada uno de los gobernantes.
Viendo el grado de degeneración en que ha caido la raza humana, me dan escalofríos el sólo pensar dónde vamos a acabar con la gentuza que hoy dirige nuestros designios