Nunca estaré suficientemente agradecido a mi padre por haberme enseñado a realizar tantas cosas desde bien pequeño. Bajo su supervisión aprendí a utilizar toda clase de herramientas mecánicas, y recuerdo que siempre me dejaba realizar una pequeña parte de cada trabajo, desde pintar las paredes de nuestra casa a utilizar el hacha para cortar leña o la taladradora para realizar agujeros, pasando por el manejo de sierras, herramientas del campo e, incluso, la motosierra. Recuerdo que algunos de mis tíos se escandalizaban, y más sabiendo que con poco más de 10 años ya conducía perfectamente el coche familiar. También recuerdo lo sobreprotectores que eran los padres de muchos de mis amigos, que no les dejaban realizar muchísimas cosas porque podían ser "muy peligrosas".
Por supuesto que muchísimas veces me machaqué un dedo clavando puntas en aquellas tablas con las que construí una casa de madera cuando era niño. También caí de los árboles, mil veces de la bicicleta, y me corté afilando palos para hacer flechas o lanzas.
Pero, lo más importante, al permitirme realizar todas estas cosas y muchísimas más mi padre conseguía que desarrollara extraordinariamente mi creatividad infantil. Y, precisamente ésto, creo que es fundamental para un niño, por lo menos a mi me lo parece: preguntar, resolver problemas, construir, experientar y aprender "haciendo".
En la charla del siguiente video Gever Tulley, creador de la Tinkering Shool ("Escuela del Cacharreo"), una especie de campamento de 6 días en la cual los niños tienen la oportunidad de hacer cosas que usualmente son vistas como "peligrosas", explica muy bien todo esto.
0 comentario/s, ¡gracias por dejar el tuyo!:
Publicar un comentario